Estos días de tiempo confinado
y momentos para el pensamiento libre, se me ha venido a la mente aquello que
recitaba cuando era niño, de lo que se llamaban virtudes teologales de la
iglesia, que eran tres:
FE, ESPERANZA Y CARIDAD.
Junto a ellas, las virtudes cardinales de conducta, enunciadas por Platón
y asumidas posteriormente por el cristianismo:
PRUDENCIA,
JUSTICIA, FORTALEZA Y TEMPLANZA.
Y ¿por qué aparece ahora y de forma espontánea
ese recuerdo? Puestos a pensar diría que, aquello que parecía casi imposible de
entender en nuestra tierna infancia, hoy es super-sencillo, no solo de entender
sino de llevar a la práctica ahora.
FE, que es lo que estamos sintiendo, la que todos y cada uno de
nosotros tenemos en el presente que nos ha tocado vivir y en la que nos apoyamos
para seguir confinados.
ESPERANZA, en el mañana que pronto ha de volver y que sin duda, nos
traerá nuevos y diferentes hábitos.
CARIDAD, para con nuestros mayores y con los necesitados, para ayudarles,
aunque sea en sus compras.
PRUDENCIA, a la hora de salir y de cruzarnos con nuestros semejantes,
con todas las medidas higiénicas necesarias.
JUSTICIA, la más difícil de llevar a la práctica, pero la más
necesaria para igualarnos a todos en derechos y también en obligaciones.
FORTALEZA, para continuar confinados un poco más, unos días más o
llevarlos con paciencia.
TEMPLANZA, para ser moderados y muy tranquilos en todas y cada una
de nuestras acciones, sabiendo que de ellas , depende el bien común, el
general, el de todos.
Este COVID-19 me ha hecho recordar (creo que a muchos también) cosas de
nuestro pasado, ese que ya no era objeto de nuestra atención, pero que hoy por
hoy, reaparece y se reactiva en nuestros corazones o en nuestra mente. Las virtudes teologales y las cardinales, vuelven
a estar de actualidad.
¡ÁNIMO, YA QUEDA MENOS!
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