Trigésimo séptimo día
de confinamiento. A las 20:00 h, como todos los días, las ventanas se llenan de
aplausos y las calles de sirenas; unos días de ambulancias, otros de policía local,
de bomberos de policía nacional... ¿Y después?
Después me quedo mirando afuera, intentando ver lo que
debemos mirar para no pensar en lo negativo de la actual situación. Y casi transportado a la infancia, para poder
mirar con la limpidez y candidez propia de esos ojos, con la mirada perdida en
el infinito, dejo volar a la imaginación
para que interprete lo que mi retina le envía y entonces disfruto: con el acrobático vuelo de
las veloces golondrinas, que en competición desenfrenada realizan extraños
circuitos en el aire, con las abundantísimas palomas, con los saltos de los mirlos en una plazoleta desierta y
convertida ahora en su salón de juegos familiar, con las nubes amenazadoras de
tormenta pero que permiten imaginar entre sus siluetas personajes ficticios y que
se nos asemejan a camellos, elefantes, árboles, algún personaje de dibujos
animados…
Y entonces, es entonces cuando vuelven los pensamientos
que martillean de continuo la mente…¿Por qué? , ¿Quién? ¿Hasta cuándo? ¿Por qué tantos? ¿Y después?
¿Cuándo volverá la NUEVA NORMALIDAD para todos? Sé que hasta el 25 de mayo no
habrá, seguramente, nada de normalidad, pero confío en que todo pasará ya.
Y un tremendo trueno hace que vuelva a la realidad y me
vea apoyado en el alumínico quicio de la ventana, obligándome a cerrar de nuevo
y continuar la vida interior que desde hace ya 37 días, hacemos.
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