jueves, 15 de septiembre de 2022

LEJANÍA y VISTA.-

A veces pienso que el hecho de alejarse de los núcleos de discusión, hace ver desde otra perspectiva los problemas, llegando a considerar nimios aquellos que más debate suscitan. La falta de acuerdo entre los gobernantes de nuestro país es si subimos o bajamos un grado la temperatura de nuestros edificios o si apagamos los escaparates a una u otra determinada hora. 
Todo ello defendiendo (todos) la misma idea de que la falta de gas que han causado los últimos acontecimientos, nos está llevando a estas dispares ideas. Ahora recuerdo aquel dicho que decía que el necio es quien viendo señalar a la luna está más pendiente del dedo que de ella. Y es que como he dicho, lejos del bullicio, te das cuenta que el gran problema no es ese, sino que lo obviamos con la discusión.  
El gran problema radica en los ineficaces sistemas de aislamiento de nuestros pisos y obras en general. La dificultad de mantener una temperatura constante en los edificios que permitiera prescindir de un sistema de calefacción o de refrigeración continuo es el verdadero problema. 
Todos hemos tenido la sensación de que ,a veces,  se está mejor fuera que dentro de las casas o pisos,  y es esa realidad la que hace necesaria la puesta en marcha de calefacción invernal y refrigeración veraniega. 
Sí nuestras construcciones fueran más eficientes y más eficaces sus sistemas de aislamiento,  sin duda , ahorraríamos mucho más que bajando o subiendo un grado la temperatura de manera artificial. 
Y para comprobarlo y aprender, bien vendría que tomásemos nota de países más al norte que el nuestro. El invierno ya está aquí. Ojalá no nos resulte muy crudo .