Amanece. Domingo de Resurrección.
Para la gran familia cristiana, hoy es ese día
que pone fin a la pasión y muerte de Jesús, ese día en que se pasa de la
tristeza más absoluta a la alegría contenida de que una nueva etapa comienza,
una etapa en la que se tenía puestas todas las ilusiones, una etapa a la que se
quería llegar desde el principio de la pasión, una etapa que demuestra un
nuevo inicio de supremacía de la vida sobre la muerte. Y como muestra de
ello, hoy, todas las iglesias, se unirán al Papa Francisco, en su bendición Urbi et Orbi, con el tañer de
sus campanas, será, a las 12 del
mediodía.
Y no deja de ser curioso que sea hoy precisamente, cuando desde el
gobierno central, se acuerde la vuelta a
la actividad, al trabajo, a la vida para la ciudad (con las cautelas
máximas exigibles) para los “resucitados” que podrán
salir de sus casas. Serán pocos los elegidos, pero de ellos empezará a depender
de nuevo la marcha económica del país. De sus trabajos, de sus esfuerzos y de
sus ansiados y muy tarde o nunca recibidos, sistemas de protección, dependerá
en gran medida, que otros vayan pudiendo ir incorporándose poco a poco, en esa
búsqueda tan deseada ya, de la normalización social.
Alegría, satisfacción,
regocijo, alborozo, júbilo, gozo…así debería presentarse nuestro futuro y
anunciarlo con fanfarrias a los cuatro vientos, pero no será así, no. Sin querer ser pájaro de mal
agüero, mucho me temo que habrá repunte de infectados, porque no estamos aún fuera de esta terrible plaga,
porque aún no sabemos, ni podemos defendernos de ella y porque al exponernos,
ella triunfará otra vez.
Pero hoy, hoy es un día de fiesta, hoy es un día para alegrarnos y
felicitarnos todos los que aún creemos o al menos, respetamos las tradiciones.
¡ÁNIMO QUE YA
QUEDA MENOS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario