Mis amigos me
advirtieron que no fuese tan lejos…
Pero como mi carácter
es contradictorio y aventurero, pensé que no debía hacerles caso e investigar
aquello que más me gustaba. Decidí pues, dedicarme de lleno a lo que más me interesaba
y deseaba en mi vida: conocer y vivir entre los terrícolas.
Para ello, me
compré una nave de segunda mano, con muy pocos años-luz recorridos y que estaba
equipada con los últimos avances para la observación interplanetaria: contra-objetivos
eléctrico y solar, visor de rayos X, antena de captación de ultrasonidos cósmicos,
visor para nocturnidad etc.
Un mes después
decidí viajar al Planeta Tierra y así poder observar detenidamente cómo eran
esos seres que tanto me atraían y ver cómo desarrollaban su vida en ese
espectacular y maravilloso Planeta
de color azul con grandes zonas verdes .
Fue entonces
cuando descubrí que los hombres eran egoístas, pendencieros, aficionados a
estar horas frente a las televisiones y
pantallas de toda clase de máquinas, son brutos y de pelean contra sus
propios hermanos de igual o diferente color, por lo que no conocen lo que es la
solidaridad, practican poco la amistad y el respeto hacia los otros y además…no tienen el combustible que mi nave
necesita.
Como no sé cómo volver, tendré que quedarme a vivir entre
ellos e intentar cambiar su forma de ser en los 219 años de vida que me quedan.
Mi platillo
volante lo donaré al Museo de la Ciencia e intentaré pasármelo bien sin meterme
en ninguno de los líos que en este Planeta se inician por cualquier motivo.