Un nuevo día amanece de los que se llamaban
grandes hace poco tiempo. Permitidme recordar el refrán,,, “Tres jueves tiene
el año que relucen más que el sol: Jueves
Santo,
Corpus Christi y el día de la Ascensión”. A este Jueves Santo me
refiero , éste que tan diferente es a todos los pasados en años anteriores,
este Jueves sin procesiones por las calles de nuestras ciudades.
Me quiero unir al dolor y tristeza de las cofradías y hermandades que esta Semana
Santa no podrán mostrar a sus pueblos todo el trabajo y toda la preparación de hace ya meses para ofrecer sus extraordinarios
desfiles procesionales. Quiero rendir homenaje a todos los hermanos cofrades de
nuestra España en forma de poema, eso sí, centrado en mi pueblo natal: BAENA, la tierra del tambor, y al que
con asiduidad asistía desde hace ya más de 60 años.
Toques de
tambores,
pasean por las
calles
andando las
estaciones.
Roncos los cebolletas,
roncos los morrones,
roncos los berenjenos
y los judíos chillones.
A algunos les
causa espanto
–yo los veo con
fervor-
que para adorar a
su santo
vayan tocando un
tambor.
Las hermandades
que van con vela,
lloran por la
muerte del Señor;
mas las que un
tambor llevan,
se alegran por su
resurrección.
Muerte y
resurrección,
conjugadas al
unísono.
Velas y tambor,
en una misma
procesión.
Esta es la
historia de Baena,
y de su afición al
tambor;
porque en vez de
celebrar SU muerte,
se
alegran por la resurrección del Señor.
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