martes, 14 de abril de 2020

POSITIVISMO.-


Estamos avanzando hacia ese día que todos deseamos, el día en que desde el gobierno de turno, se nos diga que la pandemia ha dejado de ser tan mortífera e infecciosa; que lo peor por fin ha pasado y  que nos devuelven la añorada libertad de movimientos.
Todos sabemos que ese día no será el que aprovecharemos todos para salir a pasear y ver de nuevo las calles de nuestro barrio, de nuestra ciudad, con unos ojos inquisidores a nuevas observaciones y las manos  libres, para nuevas sensaciones. Pero será a partir de ese momento cuando  cada uno de nosotros, haciendo uso de nuestra libertad personal de elección, elijamos el momento justo en que salgamos a pasear. Seguro que será un paseo muy tranquilo, muy lento, muy relajante; observándolo todo, mirando con detenimiento y con cierta admiración también,  a quien nos crucemos en nuestro camino. Saludando de viva voz, con ese saludo cómplice de quienes son sabedores de que han podido superar los duros momentos vividos. Ese paseo, que sin duda nos llevará a buscar a nuestros seres queridos, a todos y cada uno de nuestros miembros de familia, empezando por quien sin duda lo ha pasado peor, el o la más mayor de todos, pues son ellos, los que con miedo, aún con mucho miedo, quedarán todavía bastante tiempo confinados, pues saben que salir sigue siendo arriesgarse a contagio y a sus edades, siguen siendo población de gran riesgo.
A pesar de todo, hoy apenas se ven coches por las calles, por las carreteras, hoy el disfrute sigue viviéndose a pie. Los pájaros todavía acompañan el caminar con sus trinos y cantes, como queriendo entonar su propio himno al final de la reclusión y entreviendo que pronto, de nuevo, volverán a sus árboles más lejanos, a los del campo abierto, a aquellos que los cobijaban antes de poder trinar por la ciudad.
Pronto, ya pronto, ese día llegará. Solo tenemos que…quedarnos en casa y esperar.

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