miércoles, 26 de mayo de 2021

MAR, TIERRA, PLANTAS Y EROTISMO.-

Está llegando la hora, está acercándose el momento en que, los que somos de tierra adentro, nos empecemos a acercar a la mar (como dirían los marineros, pues la consideran como su madre) o al mar (como decimos los más alejados de ella). Está próximo ya el principio del verano. Y hay que ver la capacidad de adaptación que tenemos los de interior a la vida contemplativa y relajada que se lleva en los lugares junto a la playa. Llegando a ella, uno olvida el reloj y deja de ceñirse a ningún planing que no sea el de levantarse (tarde), desayunar unos sabrosos churros (porras o tejeringos), coger la hamaca y bajar a la orilla del mar, donde acomodados bajo la protectora sombrilla y el protector50 sobre nuestro cuerpo, nos dedicamos a seguir relajándonos más, bien contemplando el ir y venir de las olas o leyendo un libro o desarrollando una animada charla con “los vecinos” de sombrilla de al lado.
Así, pasando la mañana, llega la hora de la refrescante cerveza, y para hacer boca, un espeto de sardinas para acompañarla, calentitas, recién hechas al calor de las brasas de leña encendida sobre su buen lecho de arena. Comida de mediodía y ¿seguramente? siesta que, en aquellos que tienen opción, se hará junto a la piscina y el  frescor que da su césped.
A media tarde, una  merienda-cena frugal y salida, ahora ya a  disfrutar por el paseo marítimo, todo ello sin prisas, pues las prisas no son propias del tiempo vacacional. Durante nuestro rato de  marcha, nos encontraremos con la compañía de las plantas de las zonas ajardinadas que suelen enmarcar estos cuidados paseos marítimos que nuestros pueblos de playa cuidan con especial esmero.
Alguna terraza donde poder disfrutar de un helado o de un trago de los denominados “más largo” para ir así dando fin a una jornada de tranquilidad  y serenidad vacacional.
Ah, por cierto, el erotismo (del título),  cada persona sabrá dónde y cómo encuadrarlo, pero también para él es un aliado nuestro periodo vacacional.


jueves, 20 de mayo de 2021

¿IGUALDAD?.-

Sabemos que el término igualdad, es algo a lo que habría que aspirar, es algo que está en nuestra Constitución y a lo que van encaminadas muchísimas acciones de los diferentes poderes políticos y asociaciones sociales.
Incluso en la escuela, en los institutos, en cualquier centro de enseñanza, se tiene como meta y bandera a la que hay que defender.
Pues bien, como concepto idealista es muy plausible, pero si bien es verdad que vamos avanzando para que esa igualdad sea efectiva, no es menos cierto que hay reflexiones que deberíamos tener en cuenta.
¿Por qué en los colegios públicos, como primer paso para una “visible” igualdad, no se obliga al uso de uniforme? Sí, uniforme, sin ese carácter peyorativo que algunas personas quieren ver en la palabra, sino como un modo de que los alumnos empiecen a interiorizar, que las MARCAS de ropa o zapatos que llevan unos, es superior o inferior a la que otros llevan y que en la escuela, todos son iguales, pues es en la apariencia, en la primera impresión o mirada, donde se encuentra el verdadero atisbo de igualdad.
Pero si en la escuela esa creo que es asignatura pendiente, no es menos cierto que en grandes cadenas empresariales tipo C I (Imagine cada uno el grupo a que me refiero), también podemos observar comportamientos  muy discriminatorios y lejanos al concepto de igualdad, para ello, baste un ejemplo. A un precio determinado encontramos prendas, pero sólo hasta la talla, como mucho, 50. Pero si esa misma prenda, queremos buscarla en talla 52 o más, nos mandan a la sección de tallas grandes o tallas especiales, donde  su precio, está incrementado en un 35 o 40%  así, una prenda de 60€ en la talla 50,  cuando la buscamos en una talla 52 o 54 o mayor, pagar un precio de 110€. Penalización por ser “desigual” Como si el hecho de estar algo más gordo que la mayoría nos lleve a esa penalización económica grave, que nos aleja de la igualdad.  Lo dicho, igualdad muy desigual aún.

lunes, 17 de mayo de 2021

CAMPO Y CIUDAD (III).-

Era el momento más deseado del día, era el momento de salirse a la calle, los más jóvenes (niños) para jugar y los mayores para charlar y descansar de la ajetreada jornada de trabajo
Las mujeres, continuaban la jornada, haciendo, a modo de hobby,  las llamadas “labores”, entre las que se encontraban desde el bordado a mano o con la ayuda del bastidor hasta la realización de jersey, rebecas o bufandas de punto (lana), al delicado croché (en otros lugares más conocido por ganchillo) o simplemente al zurcido de algún roto en una prenda, que tenía arreglo. Mientras esto ocurría, iban cambiando opiniones de todo tipo, desde una nueva comida que alguna había hecho, hasta la forma de mantener los vidrios sin que se empañasen, dentro de la alacena. Mientras tanto, la chiquillería jugaba por medio de la calle a juegos tan simples como divertidos (a “resconder pillar”, a “policías y ladrones”, a “un dos tres pollito inglés”, a “las canicas”,  a “tula”, o sus variantes de “tula venenosa” o “tula en alto”, a las “prendas”, a “la escuela”, a “los médicos”, al “pañuelo”, al “cortahílos”, a “la pica” o a “la rule” o a “la rayuela” o a “la comba” o a “las 4 o muchas más, esquinas” dependiendo de cuántos jugaran, el juego se adaptaba rápidamente …) por enumerar algunos.
Era también el momento en el que solían pasar por la calle, varios vendedores en bicicleta, de productos tan dispares y variopintos como: majoletas, almezas, paloduz (de palo, se remarcaba), caña de azúcar, higos  chumbos, helados, merengues, piñonate…
Sin duda eran otros tiempos, y la sociedad y sus formas de relación han cambiado, pero no por ello, dejan de olvidarse porque forman parte de nuestro acervo cultural, de nuestra idiosincrasia pasada.

domingo, 16 de mayo de 2021

SIN DORMIR.-

¿Quién no ha pasado alguna noche en vela, deseando dormir y  viendo como las horas iban pasando con la sensación de que no habría forma de conciliar el tan reparador y  necesario sueño?
¿Quién a medida que la noche avanzaba, no deseaba que amaneciese ya y que el nuevo día trajera el olvido de esa mala y cansina noche en blanco?
¡Una mala noche la tiene cualquiera! Y cuando eso ocurre, armarse de paciencia, suele ser la mejor opción. Para nada sirve la preocupación y el pensamiento reiterado de que no nos podemos dormir, pues lo único que conseguimos con ello, es seguir poniéndonos más nerviosos y desear con mayor intensidad la aparición del deseado sueño, mientras que éste sigue alejándose y dejando su huella en forma de cansancio acumulado minuto a minuto, lo que hace que sigamos con la necesidad de descanso, pero con la inquietud de no poderlo hacer.
La lectura a altas horas de la madrugada es una buena opción para algunas personas, de atraer al sueño, no obstante hay veces que tampoco es la solución al problema de insomnio. Cuando esto ocurre, solo queda la resignación y entender que si el sueño no ha llegado, no por mucho desearlo, no por mucho buscarlo, aparecerá. Hay que “darse por vencido” ante la realidad más tozuda: “ESTA NOCHE SERÁ NOCHE EN BLANCO”. Continuar metidos en la cama, se convierte ya en una especie de sacrificio, del que hay que huir, levantarse y hacer algo más provechoso nos ayudará en el lento paso de las horas nocturnas.
Con la llegada de los primeros rayos de luz, llega también a su apogeo, el cansancio que la mala noche nos ha provocado y antes de darnos cuenta, estamos en brazos de Morfeo; lástima que el despertador, cumpla con su misión y no entienda de malas o buenas noches y, a la hora señalada, nos vuelva a la cotidianidad.
¡La siesta será entonces, la reparadora solución del problema!.


domingo, 9 de mayo de 2021

HOY ES UN DIA PARA RECORDAR.-

Es un día que debemos de recordar, pues ha sido hoy cuando se ha levantado el llamado “estado de alarma” que nos ha tenido durante más de un año, recortando tanto nuestra capacidad de  movimientos (desplazamientos, viajes) como de horarios por los que poder transitar o pasear por las calles de nuestras ciudades
Todos sabemos que se hacía por la idea de rebajar las altísimas cantidades de contagiados con el virus, aunque esos números han ido fluctuando arriba y abajo, sin dar tregua y llevándose a muchísimas personas como víctimas de este ataque microscópicos y letal del que aún no nos hemos librado.
Y  me temo que la idea no se ha conseguido del todo, que lo único en  lo que se ha avanzado es en que hay más personas vacunadas con alguna dosis y que eso hace que poco a poco vayamos avanzando hacia la denominada “inmunidad de rebaño” que nos permitirá sentirnos más seguros que hasta ahora, sin que eso quiera decir que se haya derrotado al virus, sino que lo que se hace en tenerlo más controlado.
¿Más controlado? Pues lo cierto es que, viendo por los medios de comunicación algunas imágenes de actitudes irresponsables, de muchísimas concentraciones de gente celebrando el final de esta etapa, sin utilizar la salvadora mascarilla y sin guardar ningún tipo de medidas de seguridad, no parece que sea un objetivo que se logre pronto, pues, habrá que esperar otros veinte días, al menos, para ver si la opción que se ha tomado, es o no la correcta, y si no habrá que volver a decretar otra alarma, que sin duda hará que el verano que ya está próximo sea también otro verano perdido, no solo para todos como posibles bañistas, sino para nuestra principal  fuente de ingresos como país de TURISMO. ¡A esperar toca!

sábado, 8 de mayo de 2021

CAMPO Y CIUDAD (II).-

¡Venga María que ya he regado la puerta! ¡Saca las sillas de la salita y ponlas en la acera!
¡Hoy ha hecho un calor tremendo y ya es hora de sofocarlo a la fresca de lo regado!
Pásate por casa de Julia y dile que la esperamos a ella y a su hermana, pero antes, saca también la  mecedora por si se viene su madre. Era la voz de Marina a su hija Carmencita.
Así podía comenzar una media tarde cualquiera en cualquier calle de cualquier pueblo, hace unos 50 años.
Era la hora de charlar con los vecinos, de compartir las inquietudes y de contar los momentos vividos a lo largo del día, era la hora del reposo y repaso.
Rara era la calle que no tenía un punto de reunión cada tres o cuatro casas y en las que la convivencia vecinal estaba por encima de las disputas o regañinas a los más pequeños, que habían estado jugando en esa calle, a la pelota (de goma que era la que había, nada de las de reglamento) un rato antes y que con cierta asiduidad golpeaban con ella, tanto paredes, como puertas o incluso ventanas, llegando hasta la rotura de algún cristal que no estuviese protegido por las humildes (a la vez que preciosas) rejas de forja.
No había nada que criticar, si alguna persona mayor de la calle o que por ella pasase, le había llamado la atención a un o unos pequeños, pues se daba por sentado que si lo habían hecho fue por un motivo a todas luces, educativo.
Reunidos en torno a un zaguán y con un botijo en el centro, sin miedo al paso de los coches, pues eran pocos los existentes y de transitar muy lento, porque los conductores eran conocedores de que en la calle no solo estaban o iban ellos, si no que era de todos y por todos podía ocuparse, respetando mutuamente, su uso y disfrute.Tras dos horas de animado coloquio, solo interrumpido por  las consabidas fórmulas de saludo y cortesía que se intercambiaban al paso de cualquier persona, llegaba la hora de preparar la cena y con un “hasta mañana, si dios quiere”, se levantaban las personas, se recogían las sillas y se regresaba al interior de las casas.
HABÍA SIDO UNA BUENA TARDE SIN DUDA. Y habían quedado temas pendientes para continuar otro día más.

lunes, 3 de mayo de 2021

CAMPO Y CIUDAD.- ( I )

Pudiera parecer el título de un programa rodado para la televisión, o incluso para una radio de corte ecologista; pero nada más lejos de la realidad,  solo espero  reflexionar sobre algunas de las diferencias que conlleva la vida, según el sitio que se elija para vivir (o que no se elija, sino que se imponga por la falta de recursos).
Asistimos cada día a noticias que nos hablan de esa España a la que llaman “vaciada”, esa España de pequeños núcleos urbanos (pueblos, aldeas, pedanías, concejos…) que han pasado de estar habitados a ser como lugares fantasmas, donde nadie habita o si lo hacen, apenas son dos o tres vecinos los que cruzan sus calles; y en su momento eran lugares ocupados, con vida, y donde por sus calles  los chiquillos jugaban y sólo bastaba con sacarse unas sillas a la puerta de las casas para encontrarnos con los vecinos y organizar una especie de tertulia sobre “cosas y casos” podríamos decir, pues era el momento de compartir todo, desde un pensamiento para debatir a una jarra de buen vino a la que acompañaba los típicos productos de la matanza realizada  ese año. Eran pocos los vecinos, todos se conocían y entre todos se ayudaban y llevaban su pueblo adelante con dedicación, en términos generales, a la agricultura y la ganadería en libertad de ganado vacuno, caprino u ovino. No había fábricas cerca, y es ahí donde empiezan a surgir los primeros movimientos hacia la ciudad. Los primeros movimientos hacia una despoblación, hacia un vaciado del pueblo. La creación de nuevos puestos de trabajo, trajo consigo que los más jóvenes fueran a buscar una forma de vida diferente a la que estaban acostumbrados. Los de mayor edad, no estuvieron dispuestos a cambiar sus hábitos y rutinas y mucho menos quisieron enfrentarse a un cambio de forma de vivir, serían ellos los que permanecerían, pero, al ir faltando la juventud, esos pueblos fueron perdiendo la posibilidad de progreso y empezaron a entrar en retroceso.
Hoy se empiezan a hacer llamamientos para que no se pierdan más.  (continuará)