Ya está aquí el primer fin de semana en el que más del 51%
de la población va a poder disfrutar de los “beneficios” de la fase 1 de la
denominada desescalada.
Primer fin de semana aunque similar al otro (recordemos que llovió) y en el que ya sabemos que al menos un 20 % de
las terrazas de bares estarán abiertas, por lo que esperan clientela que llene (o
que medio llene) sus separadas mesas y el consumo de café, tisanas, cervezas,
refrescos y combinados vuelva a parecerse a un sábado o domingo cualquiera. Pero
parece precipitado que las terrazas vuelvan a llenarse de gente ávida de ingesta al
aire libre de alguno de esos productos de hostelería y restauración.
No nos engañemos, no creamos
que por publicarlo en un BOE o en cualquier otro medio de difusión para que
llegue a la mayor parte de la ciudadanía, se va a conseguir el objetivo de
salvar negocios y levantar la maltrecha economía del país.
Y además, deberíamos ser
exigentes todos, y digo TODOS,
a la hora de contribuir y exigir las mayores medidas de higiene tanto en los clientes como en los camareros y
hacer real, la distancia social de
separación así como el uso en todo momento de la mascarilla, junto a una
desinfección instantánea y continua de manos, sin necesidad de usar guantes.
Las mascarillas, junto al virus, han venido para quedarse bastante
tiempo con nosotros y pasar a formar parte del llamado “paisaje urbano”; debemos
acostumbrarnos a llevarlas siempre que estemos fuera de nuestra casa, es la barrera que hemos de poner para
que esas envenenadas gotas difusas que
surfean en el aire, no aterricen en nuestra zona bucal o nasal.
Hemos de levantar la economía sí, pero nunca arriesgando con la posibilidad de
volver a hundir en el estrés a los sanitarios y sobrecargar de nuevo los
hospitales y sus Ucis (en las que aún hay cerca de 12.000 enfermos) con brotes
de segunda oleada vírica.
TERRAZAS
DE BARES SÍ,
PERO RESPONSABLEMENTE
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