miércoles, 22 de julio de 2020

SONIDOS SILENCIOSOS.-


Al igual que los silencios se oyen (aunque parezca antitético) algunos sonidos pasan en silencio o casi desapercibidos en nuestro diario transitar por la ciudad.
Todos podemos apreciar el escándalo de algunas motos-mosquito (mucho ruido para la poca potencia que desarrollan) o de los coches en paralelo por las grandes avenidas y los autobuses de viajeros, por encima de todos ellos sobresalen las estridentes sirenas de los servicios públicos de emergencias y de los cuerpos de seguridad. Todos ellos forman parte de nuestro consciente y habitualmente nos acompañan. Todos ellos suenan y se oyen desde la distancia, sin embargo, hay otros muchos que también están siempre formando parte del día a día pero de los que no somos tan conscientes. ¿Alguien oye el trisar de las golondrinas que anidan en cualquier alero de bloques de viviendas? O el piar estridente de los mirlos en los altos plataneros  de sombra, o el peculiar gemido de las tórtolas o el gorjeo o zureo de las palomas,  el chirrido de los grillos al anochecer, el susurrar de las abejas revoloteando por los flores de los arriates y parques, el graznido de algún que otro cuervo, el maullido de un gato, los ladridos del perro, el molesto zumbido nocturno de los  mosquitos…y podríamos seguir pensando en todos esos animales que conviven en la ciudad con nosotros, pero a los que apenas prestamos atención. ¿Y los sonidos del agua de las fuentes que tanto refrescan y que tan desapercibidos pasan? En definitiva, creo que deberíamos  pararnos en algún momento a observar un poco más todo aquello que llena de silenciosos sonidos nuestras ciudades.

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