Mal momento para los gimnasios. Durante los últimos años, se han
ido diseminando por las ciudades y a su vez se han ido llenando de aficionados
a mantenerse en forma y realizar ejercicio diario para que eso ocurriese. Los
gimnasios han sido un punto de encuentro de personas de diferentes edades, que
se han acostumbrado a una rutina de
ejercicios mecanizados que les permitía sentirse cómodos y que iban realizando
cada vez en menor tiempo y con ganas
de acabarla para ampliar a otras
actividades que también se ofrecían y entre otras podían ser: spinning,
pilates, taichí , crossfit, musculación, zumba, body balance etc. Los gimnasios han sido los sustitutos,
en gran medida, de las actividades al
aire libre que en circuitos naturales dentro de la ciudad, se realizaban
años atrás, en los que podías hacer desde carrera de 100 metros a carrera de
fondo, o trote suave ,o marcha atlética(antes se le decía andar rápido) pasando
por unas flexiones de piernas en cuclillas (hoy les dicen sentadillas o squat)
o por estiramientos de brazos y torsiones de cintura, todo ello, insisto, se
hacía en circuitos en contacto con la
naturaleza a los que, una firma de
cacao soluble que todos imaginamos, les dotó de alguna máquina básica de
entreno y así pasaron a denominarse a esos circuitos con el nombre de la
susodicha marca.
Hoy la pandemia, el
confinamiento y sus rebrotes posteriores, hace que nos planteemos de nuevo, si
no sería más conveniente volver a esos circuitos de calle que no a un pabellón,
cerrado, cubierto, con aire acondicionado y en el que continuamente haya que
estar lavándose las manos y desinfectando cualquier máquina u objeto que se use,
y si además es con mascarilla, que ya sabemos la sensación que nos hace
experimentar, creo que los gimnasios van a tener bajas entre sus socios. Creo que la naturaleza nos reclama que la tengamos más presente y que contactemos con ella a diario. Aire libre, espacio abierto sin techo ni paredes, pero eso sí, con la mascarilla también.
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