Hoy el día nos ha dejado un
poco de menos calor. Pasear por las calles es solo para atrevidos que sean
capaces de respirar con la mascarilla puesta y a más de 40 grados en el
ambiente o bien, esperar a las nueve o diez de la noche para poder hacerlo a
tan solo 34 grados.
No, no es broma, es lo que en
esta mi querida ciudad de Córdoba ocurre desde hace ya alguna que otra semana.
Ya no es que el turismo no venga debido al virus (que también) pero es más bien
porque con estas temperaturas no es posible realizarlo, la soledad de las
calles, solo se rompe con alguien que a toda prisa pasa con uno de esos
monopatines eléctricos, que según dicen no sobrepasan los 30 km/h pero que pasan al doble de esa
velocidad, y no precisamente con mucho cuidado de no atropellar a alguien, ya que
¡no abundan los peatones!
Calor, es lo que el día a día nos
depara y con él, aumenta el consumo de electricidad, pues en las casas cada vez
es más necesario tener el aire acondicionado funcionando y con ello, se dispara
el precio que hay que pagar en cada factura mensual que junto al otro gasto
extra del precio de las mascarillas, van mermando los ahorros (si es que se
tienen) familiares. Y aún hay quienes apuntan a subir impuestos para poder
recuperar la economía que ha caído en
estos meses de confinamiento, incluso piden que se revisen las pensiones, a la
baja, claro. Lo dicho ¡qué calor!.
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