jueves, 2 de julio de 2020

OLVIDANDO.-


Hoy abro de nuevo  esta ventana y retomo la idea de ir contando cosas, para algunos  interesantes y menos para otros, según el lector que pueda leerlas y la idea que pueda hacerse de lo que quiero trasladar.
Justo el día 22 de Junio, me dirigía a Madrid a ver, como en un anterior post dije, a mi recién nacido primer nieto. Hasta aquí la lógica más aplastante me dice que hacía bien y que era lo normal de estos casos y que mi motivo para viajar estaba más que justificado, pero mi SORPRESA FUE MAYÚSCULA, cuando al llegar a coger el AVE, vi asombrado que todo él iba al completo de viajeros, sin dejar la más mínima distancia de seguridad de la que tanto nos han pedido que hagamos uso. Todos los vagones completos, se habían vendido todos los asientos, y eso que solo unas horas antes, se vendían solo el 30 % de su capacidad y aún sobraban plazas libres. ¿Qué había pasado? Pues nada especial, que de nuevo entrábamos en la normalidad, esa NUEVA que se quiere que tengamos y para ello, lo primero que hacemos es volver a llenar un  tren AVE de pasajeros y a esperar que todo salga bien y que ninguno sea portador del virus que a todos nos trae de cabeza, pero que parece que como desde el gobierno ya se ha dado la orden de que todo pase a ser lo más normal posible, el virus , seguramente, haga caso de la norma y no ataque a nadie  más ya. En definitiva que los trenes van llenos y que todo parece normal, exceptuando eso sí que nos dieron dos toallitas de desinfección antes de pasar a los andenes y que nuestra amiga la mascarilla,  sigue escondiendo  la zona de las palabras y así, nadie ve las quejas o los vituperios que se lanzan al ver la realidad de un tren abarrotado, en vez de aumentar el número de trenes y extremar las medidas de distanciamiento social.
En fin, sea como fuere, este abuelo ya vio a su priminieto (permítase el vocablo).
 ¡Y ahora a esperar de nuevo!

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