Desde hace unos
meses ya, (post del 2 y del 5 de junio pasado) observamos perplejos y casi incrédulos
la tremenda subida de la electricidad,
que está repercutiendo en todos los bolsillos no solo de los ciudadanos de a
pie, sino también de las empresas, fabricas, tiendas, comercios o negocios por
muy pequeños o grandes que sean.
En la última
semana, las comercializadoras de la energía se quejaban de no poder
facturar en tiempo y forma los consumos mensuales, debido a los pequeños
cambios introducidos por el gobierno, y que haría que algunos consumidores
últimos, recibieran incluso dos recibos
en el mismo mes, o que se facturase por períodos superiores a los 30-31 días
de cada mes.
Y mientras tanto, parece que estamos en una interminable
carrera eléctrica por ver, a qué horas de qué días hay un mayor consumo para poner aún más caro su precio, alegando
que hay una gran demanda y que es muy difícil de satisfacer, por lo que se
encarece.
Y ¿cómo es posible
que un gobierno no pueda hacer nada por empezar a poner fin a unos desorbitados
precios de un bien, que a fechas de hoy, es considerado casi como bien de primera
necesidad?
Y es más sangrante
aún que esto nos está ocurriendo en un país, donde si por algo nos envidian otros muchos, es por su cantidad de horas de sol que tenemos al cabo del año y que sin duda, sería una más que apuesta
segura (energía solar) para
abastecer a los hogares españoles e incluso exportar a países menos afortunados
que nosotros.
Sea como sea, ya
no es de recibo, seguir dejando que la electricidad siga subiendo en la
forma en que lo está haciendo y que habría ya que pensar en abaratar ese bien
del que ahora, su disfrute es carísimo.
¡Y al loro, que ya se va acercando el frio invierno!
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