Eso al menos
es lo que nos cuentan que está ocurriendo en la cercana sierra Bermeja malagueña.
Después de 5 días ardiendo,
aun no se ha podido disminuir su capacidad de calcinar todo aquello por donde
pasa. La meteorología ha resultado hasta
ahora adversa también. A pesar del gran número de medios dedicados a
extinguirlo, no parece que se vayan haciendo los progresos al ritmo que era de
esperar. Es más, por primera vez hemos oído hablar (el ciudadano en general) de
que se trata de un incendio de sexta
generación, como si eso fuera un foco que se regenera cada vez que se apaga
para poder llegar así a convertirse en eso de sexta generación. Pero no es eso.
Yo he tenido que consultar algunas webs para enterarme y a modo de resumen diré
que los incendios de
sexta o última generación
son
aquellos capaces de modificar la meteorología de su alrededor. Es decir, la
fuerza con que se produce el fuego crea potentes columnas de aire caliente que desprenden tanta energía que
son capaces de producir sus
propias nubes o tormentas llamados pirocúmulos,
o nubes de fuego, lo que los hace los más difíciles de extinguir de todos los
fuegos conocidos. Por cierto, aquí en
España no se conocían aún, si no por las noticias de los que ya ha habido
en otros continentes.
Tal
es ya el nivel de preocupación, que
la esperanza está puesta en la “posible” lluvia
que mañana nos traerá este tan esperado y ahora deseado otoño.
Sea
como fuere, ojala no se produzca ni un solo incendio más, ojala la naturaleza
pueda seguir dotándonos de esos tan necesarios
espacios vitales llenos de pulmones para la continuidad de nuestro planeta
verde.
Por
cierto, además de los daños de calcinación de espacio, un agente forestal ya perdió su vida y un
helicóptero de los que trabajan en la extinción, se ha estrellado contra un
árbol.
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