viernes, 7 de agosto de 2020

HIJOS.-(I)

Estábamos tomando una cerveza, como casi es ya habitual, a medio día de hoy mi amigo J.L. y yo y entre los diversos temas que solemos sacar a relucir (de los que hablamos), surgió la charla sobre nuestros hijos y el difícil mundo que les ha tocado vivir para salir adelante, para encontrar trabajo, para poder sustentar sus hogares y de cómo tienen que soportar a veces, más de lo que debería ser razonable para un trabajador cualquiera. La actual sociedad competitiva y de excesiva “titulitis”, ha hecho que tengan que demostrar por activa y por pasiva su valía, sometiéndose casi a diario a una evaluación rigurosa de sus obligaciones y de las no son sus obligaciones a las que también han de hacer frente si quieren conseguir el objetivo de mantener su empleo para poder cobrar su sueldo y hacer frente a los innumerables pagos que se acumulan mensualmente. Esta generación de nuestros hijos, no ha tenido ningún reparo en saltar las fronteras de nuestro país e ir a buscar el trabajo allí donde lo había. Son una generación preparada, con conocimientos más que sobrados y con una educación extraordinaria, capaces de adaptarse y comportarse con igual discreción en una recepción de embajada como un una tasca de cualquier barrio. Trabajan como si el día no tuviera horas y acumulan montones de “horas extras” no pagadas pues no están contempladas en su horario laboral, pero sí que están realizadas a costa de su horario familiar, o de su necesario horario de ocio. La parte empresarial exige resultados y la parte laboral ha de lograrlos y para ello, cumple.                 Hijos que son el orgullo de sus padres que ven como han logrado desenvolverse en el fagocitador mundo laboral que les ha tocado vivir y en el que a veces, hasta los contratos se realizan por horas, incluso aquellos que son ofertados por organismos públicos. Una sociedad que vive acelerada y unos hijos que aceleradamente también se han hecho mayores. ¡Anda ya! Los que nos hemos hecho mayores somos nosotros J.L., comenté con sorna y acabamos nuestra cerveza entre recuerdos y risas.

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