Ya hace días que no quiero
hablar del covid19. Porque hace días que
no es el motivo de conversación de los pequeños grupos que se juntan en las
terrazas de bar o en las plazoletas de los barrios e intercambian opiniones y
risas, porque ya se oyen risas de nuevo,
se nota cierta alegría por ver el final próximo de este luctuoso episodio que hemos
atravesado y del que estamos deseando salir. Pero está claro que es solo un espejismo, las autoridades
sanitarias siguen insistiendo en que
la bajada de la guardia y el relajar las medidas que se han ido adoptando,
podría ocasionarnos dar un mal paso y tener que volver a pasar por nefastos momentos.
Proyectamos ya, las posibles vacaciones, pensando como si se tratase
de un año tan normal como otro cualquiera, aun sabiendo que no es así. Queremos
tener la mente ocupada pensando en
lo bien que siempre hemos pasado las vacaciones de verano y eso hace que soñemos
con ellas de nuevo. Somos sociables
por naturaleza y necesitamos de la presencia y compañía de nuestros semejantes,
sentirnos cerca compartiendo no solo una cerveza, sino experiencias, charlas,
historias, ideas, proyectos, sueños….
Vamos dejando poco a poco, esa
reticencia a estar cerca de otros, y
aunque sabemos cuál es la distancia de seguridad que la nueva normativa propone,
cuando estamos juntos, la olvidamos y solo nos acordamos de que ya, las
reuniones pueden ser de hasta 10 personas. Obviamos
cosas, normas, unas veces por
irresponsabilidad y las más por la necesidad imperiosa de comunicarnos, de sentir
cercanía, por dejar de pensar en el mismo tema continuamente. Sea como sea, no
debemos confundirnos, aún debemos estar preocupados y con actitud muy responsable por ahora.
Ya vendrán tiempos
mejores, solo hay que esperarlos.
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