Un año más, Junio se convierte en el mes de ajustar
cuentas y ponernos al día con nuestra renta
y patrimonio, cumpliendo con nuestro deber ciudadano en este mes, unos y otros
nos diferenciamos a la hora de realizar nuestra declaración de la renta y así,
unos podrán recibir de vuelta el dinero cobrado en demasía por el fisco,
mientras que otros, han de realizar un
considerable esfuerzo e ingresar de sus ahorros una cantidad de dinero que
viene determinada por una serie de fórmulas mágicas que se realizan de manera
que parece ser que están muy bien ideadas pero que a su vez, dejan entrever que
no están tan bien planteadas. No quiero decir que estén mal pero lo que ocurre es
que no resulta la misma cuantía si se
realizan las declaraciones por separado o conjuntamente en el caso de unidades
familiares, lo que se entiende por declaración conjunta o individual, existiendo un gran desfase, teniendo en
cuenta que la cuantía económica que se ingresa en el hogar es la suma de ambos
ingresos y que los gastos que se realizan son los mismos, pues es en el mismo
hogar donde se producen. Eso es algo que
no llego a entender el por qué, pero que, a todos los ciudadanos se nos da la opción (y menos mal) de
hacerla del modo que mejor creamos, pues la diferencia entre presentarla de una
a otra manera, en muchos casos, llega a septuplicarse en su cuantía. Hablo de cuando sale a ingresar, pues
no sé si cuando sea a devolver ocurre lo mismo (no he podido estudiar el caso)
pero quiero pensar que sí.
Bueno pues lo dicho, a
preparar papeles, a buscar recibos, (algún año los iré poniendo en una carpeta
todos) a intentar revisar el borrador, a modificar algún dato erróneo o
cambiado, a echar horas y horas para los menos duchos en esto de los números y
sus fórmulas. ¡Menos mal que se inventaron las asesorías fiscales!
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