Volver a ser de la misma manera que éramos va
a resultar muy difícil por no decir ya que imposible, pues las circunstancias
no son las mismas y nada es igual a como antes de estos tres meses de encierro
eran. Pero aún nos queda la esperanza de volver a ser este país tan abierto y extremadamente
receptivo que éramos, mostrando una naturalidad propia de las personas que no
ocultan sus sentimientos y que desean
compartir con los demás, sus ideas, sus reflexiones, sus proyectos, sus sueños…
Esas charlas que surgían
alrededor de cualquier mesa de terraza del bar en el que compartir una cerveza
y alguna tapa era nuestra seña de identidad y que incluso nos hacía sentir
orgullosos de ser así. Esa extroversión en el coloquio, ese intercambio de
pensamientos, esas risas de un chiste contado al azar o ese silencio que
también aparecía de vez en cuando y que rápidamente alguien apostillaba “vaya,
ha pasado un ángel”, o esa frase a la hora de irse : ¡Ea!, hasta mañana a la
misma hora… eso ocurría y eso era la “normalidad”.
¿Volveremos a eso? Es una respuesta
difícil, seguimos siendo los mismos seres que éramos, pero con una experiencia
nueva que ha hecho que las reticencias sean mayores y que las dudas e incluso
los miedos sean más difíciles de superar por mucho que en ello nos dejemos el
subconsciente, un día y otro en el intento.
Dicen que vamos ya a acabar de
salir de esto de las fases y que nos enfrentaremos todos a la vez a eso de la “nueva
sociedad”, pues sin duda será eso y no una nueva normalidad, pues la
normalidad, mientras que la vacuna no exista y se compruebe su efectividad, esa,
no existirá.
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