Ya hace días que ando dándole vueltas a este preocupante tema que está poniéndose de moda en nuestro país. Familias desalojadas de sus casas (o al menos eso creían ellas) por no poder pagar esa “trampa” que firmaron, seguramente de buena fe, pero que hoy los ahoga y asfixia.
Hace unos años, las entidades bancarias (negocio como otros) nos animaban a pedir préstamos, y como estaba bajo el interés, incluso nos decían que pidiésemos más dinero del necesario, porque así podríamos hasta cambiar de coche con el mismo préstamo hipotecario.
Cada año, subía el Euribor y con ello, la cantidad de dinero que había que aportar a la mensualidad, por lo que se empezaba a entrever que la cosa no iba por buen camino. Poco después empezaron a bajar sueldos y a cerrar empresas, pues la situación ya no era tan boyante, así que se hizo casi imposible seguir pagando determinadas cuotas que habían llegado a subir su cuantía hasta en un 60%, sobre lo que se pagaba inicialmente.
¿Hay algún culpable de ello? Siempre que algo sale mal, hay que localizar al culpable, y por supuesto, el culpable no es el pobre “padre de familia” que de buena fe firmó pagar la hipoteca con arreglo a unas condiciones pactadas pero a veces, no muy bien leídas, (ya sabemos que en la letra pequeña es donde está la trampa),y a veces incluso por encima de sus posibilidades, pero, apretándose el cinturón, podían; ni siquiera el banco, que como negocio que es, busca ganar y nunca perder. ¿Quién tiene entonces la culpa? Seguramente, habrá que echar mano al refrán “entre todos la mataron y ella solita se murió”.
Pero hay una cosa cierta, no podemos pagar y los bancos, desahucian y recuperan lo que en principio, tenemos, la casa y se convierten así en la mayor INMOBILIARIA del país.
Mientras tanto, hay familias que quieren renegociar su préstamo, otras que aplazan algunas cuotas hasta ver si se recuperan… pero cada día lo cierto, es que la cifra aumenta y más familias se ven forzadas a salir de su “hogar” y seguir pagando por él, por una cosa que ya no tienen.
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