lunes, 31 de enero de 2022

EN PIJAMA.-

ES curioso, pero a veces no nos paramos a pensar ni siquiera en acciones que realizamos sobre la marcha y que inconscientemente se convierten en rutinas diarias.
Tras una larga  y trabajosa jornada, cuando cada uno llega a ese espacio del universo, a ese lugar tan especial, tan cercano, tan deseado y que ahora llaman “zona de confort”, cuando llegamos a nuestro hogar, a nuestro reino, a ese lugar que nos acoge y abraza, simplemente nos da por quitarnos la vestimenta de calle y rápidamente ponernos el tan socorrido pijama, que sabedor de  nuestras preferencias, esperaba  a que llegase su hora. El pijama, ese pijama que ya forma parte de nuestra historia, de nuestro ser, de nuestro paso por este mundo y que a pesar de las muchas horas de uso que pueda tener, sigue siendo el mejor compañero para la tranquilidad y calma que necesitamos en nuestros momentos de relax, en el sofá, antes de irnos a descansar en la cama.
Pero si el pijama, es algo que nos atrapa y abraza, no es menos cierto que si viene además acompañado de la bata de estar por casa, se convierten en nuestros mejores aliados.
Ese pijama que nos ha acompañado durante las horas de calma, que junto a una copa, nos ha permitido avanzar en las tardes-noches de nuestro paso por esta vida.
Seguro que más de uno de nosotros, recuerda con muchísimo cariño a aquel pijama de franela a cuadros que nos poníamos en las largas noches de estudio, en el visionado del partido de la semana, en la película que nos ofrecía la televisión (antes no podíamos elegir películas privadas)  con el sándwich (antes bocadillo) y la bebida que más nos gustaba (no nombro ninguna por aquello de no hacerle publicidad) o a aquel mismo pijama de las noches de insomnio cuidando a alguno de nuestros hijos con fiebre…. PIJAMA, con mayúsculas.
Hoy, las cosas han cambiado y eso mismo podíamos decir de otra prenda EL CHANDAL.

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