Resulta inaudito
que a estas alturas del siglo y de nuestra vida, sigamos aun creyendo en eso de
la llamada temporada de rebajas de
invierno.
Tradicionalmente, así ha sido, pero ¿podemos por ello pensar que es algo que ocurra realmente?.
Es verdad que en determinados comercios, sobretodo del
sector textil, (aunque últimamente se estén apuntando todos los demás sectores
a esa moda) podemos apreciar en los escaparates grandes carteles rotulados: “OFERTAS”, “REBAJAS”, “50%”,”70%”, “LIQUIDACIÓN”…
Sus
tonos rojos hacen que, la vista de los
viandantes, se dirija hacia ellos inexorablemente. Luego, si nos fijamos más
detenidamente, nos daremos cuenta que en todos ellos hay una minúscula línea de difícil apreciación en la que se escribe:
“en determinados artículos”, “solo en artículos marcados” o “hasta el”.
Pero no es eso lo
preocupante, ni es de eso exactamente de lo que hoy hablo (que merecería un
comentario aparte sobre el etiquetado y las rebajas de precios); sino que en
realidad lo que quiero trasmitir es
que es en este preciso período de REBAJAS, es en el que se dan las nuevas
subidas de impuestos , y hacen que en
realidad lo que ocurre es que con el “AUMENTO
DE PRECIO” al principio de cada año la vida sea bastante más cara que el año
anterior y sin una subida de sueldos
acorde a ello.
Sí, es en estas fechas cuando se suelen revisar los
precios y las tasas de los servicios y de las mercancías y suministros por
parte de todos los gobiernos. A primeros de año, y se da la “casualidad”, que esa revisión,
nunca sale a favor del consumidor de a pie, sino que en su contra, le aumentan
los precios desde los productos de
primera necesidad (alimentación) hasta los
impuestos como la electricidad, el butano o
gas ciudad y claro, junto a ello, la gasolina y el diésel lo que repercute en que
el transporte de mercancías o de
viajeros por carretera también se encarezca.
En definitiva, nada de tiempo de rebajas. Aumento en el
coste de la vida y cada año un mayor índice de pobreza entre la población. Así que… ¡de REBAJAS!.
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