¡Venga María que ya he regado la puerta! ¡Saca las sillas de la salita y ponlas
en la acera!
¡Hoy ha hecho un calor tremendo y ya es hora de sofocarlo
a la fresca de lo regado!
Pásate por casa de
Julia y dile que la esperamos a ella y a su hermana, pero antes, saca también
la mecedora por si se viene su madre. Era
la voz de Marina a su hija Carmencita.
Así podía comenzar
una media tarde cualquiera en cualquier calle de cualquier pueblo, hace unos 50
años.
Era la hora de charlar
con los vecinos, de compartir las inquietudes y de contar los momentos
vividos a lo largo del día, era la hora
del reposo y repaso.
Rara era la calle que no tenía un punto de reunión cada
tres o cuatro casas y en las que la
convivencia vecinal estaba por encima de las disputas o regañinas a los más
pequeños, que habían estado jugando en esa calle, a la pelota (de goma que era
la que había, nada de las de reglamento) un rato antes y que con cierta asiduidad
golpeaban con ella, tanto paredes,
como puertas o incluso ventanas, llegando hasta la rotura de algún cristal que
no estuviese protegido por las humildes (a la vez que preciosas) rejas de forja.
No había nada que
criticar, si alguna persona mayor de la calle o que por ella pasase, le
había llamado la atención a un o unos pequeños, pues se daba por sentado que si
lo habían hecho fue por un motivo a
todas luces, educativo.
Reunidos en torno a un zaguán y con un botijo en el centro, sin miedo al paso de los coches, pues eran
pocos los existentes y de transitar muy lento, porque los conductores eran conocedores
de que en la calle no solo estaban o iban ellos, si no que era de todos y por
todos podía ocuparse, respetando
mutuamente, su uso y disfrute.Tras dos horas de animado coloquio, solo interrumpido por
las
consabidas fórmulas de saludo y cortesía que se intercambiaban al paso de
cualquier persona, llegaba la hora de preparar la cena y con un “hasta mañana, si dios quiere”, se
levantaban las personas, se recogían las sillas y se regresaba al interior de
las casas.
HABÍA SIDO UNA BUENA TARDE SIN DUDA. Y habían quedado
temas pendientes para continuar otro día más.
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