Eso era lo que esperábamos
hace un año cuando todo empezó. Llegó por marzo, el confinamiento y en
marzo estamos, aunque nos cueste creerlo, ha pasado un año ya.
Aquel año, era
lógico esperar que la primavera no sería muy agradable y que lo que le
continuaba, tampoco.
Hoy, puntual a su
cita anual, acaba de entrar de nuevo en nuestra vida. Y haciéndose notar,
con una bajada de temperatura muy
notable y unas ráfagas bastante desagradables de aire, que han hecho que las terrazas de bar, deseosas de clientes
desde hace mucho tiempo, hayan vuelto a quedarse a media ocupación, y eso si
han tenido suerte.
La primavera,
es verdad que todo lo altera, pero la muestra ha sido en la temperatura,
llegando a traer de nuevo nevadas en
lugares no muy habituales.
Una nueva
primavera se nos presenta y con ella llega también la necesidad de ir vacunando cada día a más personas, pues no
podemos permitirnos ya nuevas olas de contagio de la pandemia, ni por salud (ya sea física o mental) ni por economía (familiar, nacional o
mundial).
Pocos recordaremos que es el equinoccio de primavera el
que ha dado lugar a que la ONU declare
al 20 de Marzo, como Día
Internacional de la Felicidad. Y hablando de ella, recordar que según
algunos estudios realizados en este año de pandemia y de restricciones a la
movilidad, más de la mitad de los
españoles nos sentimos felices en
nuestra casa y la valoramos más como bien a proteger y disfrutar.
Pues lo dicho, una nueva
primavera, una más, llena de deseos y de pensamientos positivos, eso es lo que su luz nos produce (aunque
sin vacaciones ni procesiones de Semana Santa).
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