martes, 23 de marzo de 2021

MEMORIAS (II).-

¡Seguro que algunos aún recuerdan aquellos inviernos en los que empezaba a llover allá por el mes de septiembre y casi que no paraba hasta pasar abril!
Claro que lo recordamos, era aquella época en que llegaban a España, y todos teníamos, unos impermeables de plástico azules oscuro, con una gorrilla a juego(los de hombre) o con capucha o pañoleta triangular (los de las mujeres). Eran esos impermeables que se ceñían al cuerpo con su cinturón y que solían tapar hasta la espinilla, que era la altura a la que empezaban las famosas botas de agua o katiuskas (llamadas así por la obra lírica “Katiuska, la mujer rusa” del maestro Sorozábal en 1931), y de las que cualquier persona solía tener un par. Con tal “equipación”, los niños y menos niños, estábamos más que preparados para meternos o incluso saltar en los numerosos charcos que por aquella época se formaban en las embarradas calles, aún sin asfaltar en muchísimos lugares y que servían de juego y distracción de camino al instituto o de vuelta a casa. No podemos olvidar que también algunos portaban paraguas (eran los menos, porque nos gustaba sentir la lluvia caer por nuestras mejillas).
Eran años de mayor cantidad de lluvia que ahora , eran años de pantanos llenos, tanto que se construían más y más para poder embalsar esa agua y que no hubiera ningún tipo de restricciones para su uso, tanto en la vida rural como urbana.
El Cambio climático, trae como posible consecuencia que llueva menos tiempo y en menor cuantía, pero eso no impide los recuerdos aquí expresados y el deseo de que con este año de parón, la naturaleza se haya repuesto de los continuos maltratos a los que cada día la sometemos.

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