No habían pasado ni
diez minutos después de haberse acostado cuando, de repente y sin saber por
qué, un ruido o algo similar, le hizo volver a despertar de su sueño y ponerme
a dar las consabidas vueltas en la cama , de cuando uno no puede volver a
dormirse
Es en estas
circunstancias cuando empiezan a surgir esas dudas y preguntas que durante el
ajetreo diario, no asoman al pensamiento. Y es también entonces, cuando reflexionas
sobre la realidad de lo que te ha tocado vivir.
¿Cómo es posible
que un turista alemán (por ejemplo) pueda salir, no solo de su Lander (región)
sino de su país y venirse a pasar unos días de vacaciones a nuestras queridas islas y playas?
Y en esas mismas fechas, ¿un español, en su propio país, no
pueda ni salir para acudir a relajarse a una playa limítrofe o simplemente
a ver a su familia que está afincada, en la provincia de al lado y a la que
lleva tiempo sin poder visitarla?
¿No parece ese un pensamiento
lógico y una norma un poco incongruente?
A veces se para uno y piensa ¿Cuál es el tipo de reloj que tiene el virus?, que sabe diferenciar si las
personas están sentadas en la terraza de un bar a las 18 o las 20 y así, contagiar o no a esas personas, según
la hora que sea.
¿Por qué motivo unos países han vacunado ya a la
mitad de su población y otros
sin embargo, aún no han llegado ni al 10%, siendo de la misma Europa?
No hay festejos
de semana santa tampoco este año, para evitar aglomeraciones y movilidad de
personas por nuestro territorio, pero si hay una final de una copa de futbol,
nos plantean que puedan acudir unas 5000 personas, como ya ocurriese en el
famoso concierto de un muy conocido cantante setentón.
En fin, que verdaderamente uno no sabe exactamente, en
qué criterios se basan los “expertos” que aconsejan a los políticos. Seguro que
serán los más razonables pero,
también es verdad que vendría bien un
poco de mayores explicaciones. Lo
dicho, una larga noche.
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