Se han dictado ya las normas que han de regir para las
reuniones y celebración de la navidad de este año, de ésta navidad tan
especial.
Al menos, se respetará la reunión de familias,
eso sí, habrá aún que determinar el número de comensales a la mesa, aunque todo
hace presagiar que media docena será lo
más prudente.
Es sin duda una buena
noticia si la unimos a que en espacios abiertos y terrazas de bares al aire
libre, durante el día, se podrán sentar en distintas mesas, más de ese número y
a una distancia no tan lejana como para no poder comunicarse entre ellos.
La idea de la cena de Nochebuena con familiares, insisto,
después de tanto tiempo sin poderse ver, parece
muy acertada y que eso mismo pueda repetirse en el día de Navidad y de
Nochevieja, también es muy digna de aplauso.
Hasta aquí lo positivo
de la noticia, pero como si de una
moneda se tratase, la otra cara la ocupa lo
negativo.
No está bien pensado la idea de que los desplazamientos entre las comunidades se vayan a poder realizar solo a partir
del día 23. ¿Alguien ha pensado de
verdad en la cantidad de problemas que
puede reportar ese día? ¿Por qué no
se ha hecho de modo gradual, de
manera que haya varios días antes de la Nochebuena, para poder desplazarse? ¿Se
ha pensado en la cantidad de viajeros
que pueden acumularse en las estaciones tanto de trenes (AVE) como de
autobuses? ¿Qué distancia de seguridad, se podrá mantener? Y las autovías, ¿Qué
cantidad de vehículos desplazándose
casi a las mismas horas y a lugares similares? Con el consiguiente riesgo de
accidentalidad. ¿No es mejor que desde el día 18 se pudiesen realizar esos viajes,
por parte de quien pudiera y así ir descongestionando el día 23?
Lo dicho, esta nueva
normativa, que parece tener muy buena
cara puede que también tenga escondida su cruz. Claro, que si
después se incrementa el número de contagios, seguro que la culpa será de las reuniones familiares.
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