Así se conoce al proceso
por el que las empresas de cualquier país, buscan
lugares donde la mano de obra y las materias primas sean mucho más baratas
que donde ellas se radican, para asentar allí su producción de material.
También se entiende como la forma en que unas empresas encargar a otras el desarrollo
de determinadas tareas, que le serían propias a ellas, como una forma de abaratar los costes de producción, en
la diatriba permanente del “hacer o
comprar” (“make or buy”) que toda empresa se plantea desde sus orígenes.
Pues bien, si lo que se busca es el abaratamiento de
costes para hacer productos cada vez más competitivos, es entendible, como forma de incrementar
los beneficios empresariales sin
necesidad de encarecer demasiado el producto al consumidor final, pero no
todo van a ser beneficios y seguridad,
pongo un ejemplo, recordando mi
post del pasado 26 de junio, en el que ya se veía venir el problema que
causarían a la larga la producción de estos elementos tan valiosos hoy, para
cualquier aparato o utensilio donde lo electrónico sea la forma fundamental de
funcionamiento.
La pandemia ha hecho que se cerrasen fábricas enteras de producción, durante meses y por
tanto se acumulase una gran carga de trabajo para satisfacer las peticiones que
no se pueden servir ahora en tiempo
y forma y que, al estar en manos de muy pocos productores, hacen que haya una gran demanda de componentes pero una gran
escasez de ellos, como consecuencia, los productos acabados, tardarán en
poder ensamblarse y ser entregados a sus propietarios, acumulando retrasos y haciendo incluso que se busquen otras
alternativas a ellos. Los coches de hoy, acumulan un gran número de esos
microchips y ya mismo (incluso ya) el comprador de un coche tardará días o meses en tenerlo. Externalizar, vale, pero a
la vez diversificar y crear
diferentes vías de abastecimiento.
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