lunes, 8 de noviembre de 2021

TIEMPO DE RACIONAR.-

Nadie debe pensar que estamos volviendo a aquellos tiempos en que existía la llamada cartilla de racionamiento (que por cierto yo no las conocí, porque dejaron de funcionar en el 1952) no, por favor, sino que es la acepción segunda de este verbo, el que nos dice que racionar consiste en “limitar la cantidad de algún producto que pueda adquirirse”.
Y ¿por qué este post?,¿por qué hay que racionar?. Yo añadiría que racionar es aplicar la razón, la lógica a los hábitos diarios. Nos están llegando noticias, de que no solo vamos hacia un apagón general, sino que además, empiezan a faltar determinados artículos de uso diario que al tener que venir de otros países  y habiendo estado en falta de producción, están teniendo problemas para volver al ritmo de abastecimiento que tenían hace un año.
Todos recordamos aquello de que cuando nos dijeron que tendríamos que estar encerrados en nuestras casas unos pocos de días, hubo una verdadera avalancha de compras de papel higiénico, que llegó a agotar las existencias en muchas cadenas de supermercados pero que por supuesto, no agotó la producción, solo había que esperar al día siguiente a que se repusieran las estanterías con nuevo material; pues eso mismo parece ser que está ocurriendo con algunos otros productos en estos momentos y en las noticias televisivas se refieren, entre otras a la ginebra, ello ha hecho ya una reacción que era de esperar, la ginebra (unas determinadas marcas) falta ya en muchas tiendas, porque hay clientes que han hecho acopio, por si acaso se acaba, lo que a su vez, ha servido de magnífica excusa para subir su precio, dado que la demanda, parece ser que se ha  disparado también.
Pues si eso está ocurriendo, es ahora donde tiene cabida este post, hay que RACIONAR, hay que  “echar cabeza”, aplicar el raciocinio, aplicar esa facultad que nos permite aprender a entender y tomar decisiones para saber que los productos, seguirán llegando, eso sí, quizás no hoy ni mañana, sino que haya que esperar algunos días más. Luego comprar sí, lo necesario, pero  ¡no hacer acopio! Pues con ello contribuimos a la sensación de que se acaban las cosas y damos pie además a una subida de precios que en nada nos beneficia como consumidores. 

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