Y ¿pensábamos que con las
vacunas y con la llegada de las buenas temperaturas, las de verano, sin
frio ni humedad en el medio ambiente, esto de la pandemia se iba a ir acabando?
Pues, parece ser que
estábamos muy equivocados, al menos los ciudadanos de a pie, los que la
única información es la que podemos recabar por los diversos medios de
comunicación a nuestro alcance y por el conocimiento de la realidad más cercana
y próxima a nuestro entorno o incluso ámbito familiar.
Con el
calor lo único que parece que ha acontecido es que la mascarilla asfixia un poco más, nos cuesta más trabajo respirar,
sudamos más por el espacio que nos cubre y por ello, andamos más tiempo con
ella bajada o quitada que con ella puesta en su lugar, aunque también ha
contribuido a ello, el hecho de que ya
no sea obligatoria en espacios abiertos y donde podamos mantener una
distancia de seguridad de 1.5 metros. Como siempre que hacemos algo, da la sensación de que lo hacemos mal,
a destiempo y más por impulso de intentar agradar que por
ser fruto de una profunda reflexión.
Sea como fuere, hay un dato que es cierto: a día de hoy, España tiene la tasa de contagios más alta
de toda Europa, y por ende, la de enfermos en casas o en hospitales e
incluso en Ucis.
“Algo seguimos
sin hacer bien” y vemos que llegando las noches, los más jóvenes siguen juntándose en
sus “botellones/as” y sin tomar las mínimas medidas de seguridad, por lo que
los resultados que últimamente estamos obteniendo, dicen, que son ellos los más perjudicados y el rango de edad
que mayor grado de positividad están presentando, por lo que habrá que prestar una atención más especial a
estos ciudadanos, pues de ellos depende, ahora más que nunca, que los índices
disminuyan y podamos empezar a ver la necesaria luz que nos indique el final de
esta pesadilla. Ya vamos por la variante DELTA
y cada una que se nombra nueva, se dice
más contagiosa. MASCARILLA, sigamos
con ella y con algunas restricciones un poco más tiempo.
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