Así podríamos
decir que va transcurriendo la vida
de cualquiera de nosotros, entre nubes
(malos ratos) y claros (buenos).
Pero estos movimientos de la vida, se han repetido durante toda la pandemia que llevamos
vivida; no ha dejado de ser un conjunto continuo de nubes y claros, de altos y
bajos, de medidas de restricción y de apertura, de imaginar una salida y al día
siguiente, olvidarse de tal circunstancia.
Esta dualidad
que nos acompaña siempre, es la que nos
permite que en los momentos más difíciles, antes de hundirnos del todo,
podamos buscar la tabla de salvación necesaria. Y esa tabla de salvación, unas veces se presenta bajo ayudas de miembros
de nuestra familia, otras de amigos más cercanos o íntimos e incluso a veces,
cualquier acción que vemos al pasear por la calle, y a la que no le damos
importancia a primera vista, pero con el paso de las horas, hace que
reflexionemos nosotros mismos y salgamos a flote.
Nubes y claros,
típico tiempo de primavera de este mes de abril que está haciendo honor al
refrán que dice: “en abril, aguas mil”.
Tiempo también de lo que los antiguos llamaban “resentires” (que era sentir dolor o
molestia en alguna parte del cuerpo, a causa de alguna dolencia o enfermedad pasada)
en sus heridas o cicatrices, en sus antiguas “quebrancías”, en sus “coyunturas”…en definitiva era tiempo
de dolencias dormidas con un mejor tiempo, que está próximo a llegar y
despiertas con este. Un recuerdo para
todos nuestros mayores.
Bueno pues, seguimos adelante y no olvidemos que vivimos “entre nubes y claros”.
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