lunes, 1 de febrero de 2021

TRADICIONES.- (Colaborador Anónimo.)

No hay nada mejor que defina a un pueblo que sus costumbres, su lengua y su gastronomía, todo ello junto a sus múltiples tradiciones.
Las tradiciones (legado de nuestros antepasados como presente valioso a las generaciones venideras), son tan relevantes que se convierten en una pieza indispensable para llegar a conocer, en profundidad, la idiosincrasia de una sociedad.
Pero ¿Qué ocurre cuando esa tradición pesa demasiado y aplasta con todas sus fuerzas, convirtiéndose en presión social y anulando la voluntad de la persona, llegando a hacerse difícil de soportar?
¿Quién no ha pagado un precio elevado, como puede ser un enfado familiar, o el desencuentro con un amigo al no haber acudido a  una cita que nos parecía inoportuna  o, simplemente, por no aceptar de buen grado, alguna de las múltiples costumbres sociales: Tomar uvas en Nochevieja; visitar el camposanto el día 1 de Noviembre (cuando es mejor cualquier otro día) o tomar una copa de vino (aunque te siente fatal) para celebrar un acontecimiento?
Recordando la tan acertada frase “Yo soy yo y mis circunstancias” de nuestro gran filósofo Ortega y Gasset, la persona debe ser feliz sin justificarse ante nadie, ni teniendo que dar demasiadas explicaciones.
Claro que sí…¡querida y valorada TRADICIÓN! Pero, sin ignorar en ningún momento, la voluntad individual (libertad) de los miembros, que conforman ésta, nuestra sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario