¡Seguramente que no
es solo a mí a quien le pasa!
Estoy convencido de que a todos, en algún (algunos)
momentos de nuestra cotidiana vida, nos
ocurre que aunque estemos rodeados de gente, sin saber por qué ni cómo, es como si nos quedásemos fuera de esa
dimensión, de esa escena y perdiendo el sentido de lo que estamos haciendo, pasamos a otra diferente. No es que
perdamos la consciencia no, es solo como si se impusiese un aislamiento a esa
cotidianeidad y nuestro pensamiento,
nuestra psique, volase fuera y
pensase y viviese una experiencia alucinante que en nada tiene relación con la
realidad.
Pensar durante
unos segundos, incluso algún minuto, en
algo que no es real, que apenas si recordaremos después, cuando volvamos de
nuevo a la realidad, a dejar de estar en esa otra dimensión paralela, hace que nuestros oídos, dejen de oír, nuestros ojos
dejen de ver y el resto de nuestro
cuerpo vuele junto a esa nube etérea que es la encargada de transportarnos
al otro lugar que oteamos como si de un “dron” nuestro cuerpo, se tratase.
Estamos, e
incluso como si de una música de fondo se tratase, oímos a los que nos rodean, pero,
no les prestamos atención a sus
palabras, porque nuestra mente está en otro lugar.
Sí, seguro, os ha pasado a muchos más, no solo
a mí.
Pensamos y con ese pensamiento, nos ausentamos y perdemos la noción del tiempo y el lugar en el que
estamos. Pero volvemos y con un simple gesto de asentimiento, seguimos la
conversación real y olvidamos casi por completo lo que durante ese pequeño lapsus, hemos pensado, vivido
¡o quizás soñado!.
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