jueves, 5 de noviembre de 2020

SOÑANDO.-

Empezamos un nuevo día y hoy me he levantado con ganas de contaros el último sueño que he tenido y que recuerdo.
Nada más despertar he subido la persiana del dormitorio y un radiante sol  ha deslumbrado mis ojos recién abiertos y aún no acostumbrados a esa potente luminosidad. El día luce majestuoso a pesar de ser solo las 8 de la mañana, será por el cambio horario último. Rápidamente y tras una refrescante ducha, me he vestido y he salido a desayunar al bar de siempre, que  hoy lucía un brillo especial, aunque el mismo olor  a pan y dulces recién elaborados, junto al aroma ya tan típico  del café matutino. Allí estaban los mismos clientes cotidianos de esa hora. Los dos que aún no tienen obligación de llevar niños al cole, (por ser todavía jóvenes y no tener hijos) y los que cinco que tampoco, por ser ya mayores y haber dejado atrás esa obligación paternal.
Ni siquiera he de pedir a la camarera lo que quiero tomar, pues al ser cafetería de barrio, el ambiente casi familiar, permite que ella ya conozca mi consumición habitual. Con mi café y mi tostada, desayuno.
Mientras, la charla de unos y otros se va extendiendo por todo el local, claro que tampoco somos tantos,  siete clientes y dos camareras. Estamos alegres, hoy, por fin, estamos alegres todos. Y eso se nota en el ambiente, todos aún respetamos el uso de la mascarilla, nadie duda de que sea necesaria todavía, pero el saber que ayer por fin se empezó a vacunar eficazmente a todos los ciudadanos, contra el Covid, hace que el día de hoy, sea un día muy muy especial.
Pero al despertar, la alarma de mi reloj me devuelve a la realidad más cruda, a un despertar inquieto, donde la tranquilidad o el sosiego y la calma  parece que serán difíciles de alcanzar.
Pero el sueño, el sueño al menos, ha sido capaz de hacérmelo creer.  ¡SERÁ  PREMONITORIO!

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