Aún estamos a
tiempo de disfrutar del espectáculo que la naturaleza nos brinda por estas
fechas. Me refiero a ver un gran campo de almendros
en flor, atisbar un horizonte de blanquecino y rosado color y recrearse en
su visión, es algo que está al alcance de todos nosotros, con solo dar un paseo
a un campo cercano donde estén plantados.
Desde finales de Enero, podemos empezar a ver su floración, destacando más a lo largo
de febrero y marzo, según la variedad que se haya plantado. Las flores saliendo
de las mismas ramas, aparecen antes que
sus hojas verdes.
Su visión es muy similar a la gran floración (sakura) de los cerezos en Japón y que allí la consideran casi como una fiesta nacional que
da pie a la celebración del Hanami o
reuniones de personas con el único objetivo de ver las flores del cerezo y
disfrutar de su paisaje, sentados sobre una manta al pie de ellos y
compartiendo un menú frugal, en el descanso de su jornada partida de trabajo.
Pero volvamos a nuestras tierras, el almendro, decía, que nos puede causar la misma impresión, solo
que aquí, no le dedicamos la misma
atención que lo japoneses a sus cerezos.
Quizás sea conveniente recordar que la flor del almendro
tiene 5 pétalos y 5 sépalos entre el
blanco y el rosa y sus pistilos son de color amarillento, gracias a la polinización llevada a cabo por las abejas (algún día hablaré de estas
incomprendidas pero muy responsables obreras) y en un período de nueve meses (similar al embarazo
humano) se pasará a la recolección de sus frutos, las almendras.
Recordar asimismo, que las almendras, tienen muchas
propiedades beneficiosas para la salud, ayudando, entre otras muchas cosas, a
mantener los niveles óptimos de colesterol y aportan más fibra que ningún otro
fruto seco. Actualmente tiene tal importancia el florecimiento del almendro y otros frutales como el cerezo y algunos ciruelos, que incluso, se han convertido en un gran reclamo turístico para conocer esos lugares que tienen la gran posibilidad de ofrecer al visitante, además del bello espectáculo de la Naturaleza: sus costumbres, su gastronomía, historia, idiosincrasia....
Para acabar, me
permito copiar parte del Cuento XXX del
libro Conde Lucanor de D. Juan Manuel- donde se refleja la belleza que los
almendros poseen y de cómo Córdoba es
tierra ideal para su cultivo y que a la vez es un canto al amor.
“Sucedió que un
día, estando en Córdoba en el mes de febrero, cayó una nevada y, cuando
Romaiquía vio la nieve, se puso a llorar. El rey le preguntó por qué lloraba, y
ella le contestó que porque nunca la dejaba ir a sitios donde nevara. El rey,
para complacerla, pues Córdoba es una tierra cálida y allí no suele nevar,
mandó plantar almendros en toda la sierra de Córdoba, para que, al florecer en
febrero, pareciesen cubiertos de nieve y la reina viera cumplido su deseo”.
Y por último recordar que la flor del almendro,
significa la vida eterna.
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