Las empresas de
servicios tienen que tener como uno de sus objetivos básicos la ganancia económica, que no le
reporte pérdidas que le lleven a dejar de ejercer la actividad para la que se
han creado, hasta aquí, creo que no hay nada que objetar por parte de los usuarios
de esas empresas.
Pero llevamos
ya más de un año en que las eléctricas
están subiendo sus precios, no ya cada trimestre, ni cada mes, sino que a cada
tramo horario de cualquier día le corresponde un precio que, como montaña rusa, tiene vaivenes que
marean al más preparado. Precios
excesivamente caros para una prestación que no debería (en estos terribles
momentos que hemos pasado y aun hoy seguimos pasando), de ir más allá del mimo y cuidado del perceptor del
servicio y procurando una obtención de beneficios, más cercana al principio de equivalencia de las tasas (tributo
que se ha de pagar con el único fin de igualar
el coste del servicio, sin beneficios) que aproximarse con su precio, a
otros conceptos mucho menos agradables de escribir pero, que a modo de ejemplo
nos hacen pensar en que el “abuso”
existe … (por ejemplo, un par de ellos) Iberdrola
este último año 2021 ha obtenido unos beneficios de más de 3.800 millones de €,
lo que les supone casi un 8% más del beneficio del año anterior . Endesa 1.900 millones de €, un 22% más
que el año anterior. Y mientras esto ocurre, los ERTES han aumentado, todos los precios en general han subido y el
ciudadano se ha vuelto más pobre, y ha hecho sus mayores esfuerzos para cumplir
con sus obligaciones, entre los que se encuentra, sin duda alguna, pagar sus recibos de las empresas
suministradoras de luz.
Beneficios,
por supuesto, pero que sean razonables y que intenten en los momentos difíciles,
repito, como el título del cuento, no acabar con la gallina de los huevos de oro, no acabar ahogando al pagador.
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