Nos muestran las noticias de
estos días, diversos cortes de carreteras que están protagonizando los
campesinos de todas las comunidades de nuestra tierra que se dedican a eso que llaman el sector
primario de producción, el de la agricultura.
Me paro a pensar, y reflexiono
sobre el motivo de sus manifestaciones y
problemas.
El
precio en origen de las materias agrícolas, no alcanza ni un 60% del valor al
que lo compramos los usuarios consumidores.
Uno no puede sino estar de
acuerdo con ellos, no hay derecho a que los intermediarios (de primer o de
segundo orden) obtengan más beneficio que el que obtiene quien a lo largo de
todo el tiempo de plantación y cuidado de la cosecha, se ha desvivido por
cuidar y darle a la tierra aquello que pedía y necesitaba para obtener un extraordinario
producto y para que alcance los estándares de máxima calidad que le exigen los
intermediarios, para comprar su cosecha plena a unos precios, eso sí, IRRISORIOS, hablando de 10 o 20 céntimos por
kilo de productos de primera necesidad, que luego alcanzarán precios de más de un Euro,
cuando se muestren en los escaparates de las fruterías, bien de barrio o de grandes
superficies.
Es verdad, que cuando vamos a
un país europeo, el comprar un poco de fruta, se nos vuelve carísimo, pues
lejos de poner precios por kilo, allí lo hacen por piezas y eso encarece
bastante su compra, pero no es menos cierto que siempre
se ha dicho que España, es la despensa de Europa y Andalucía, la de España, por lo que se me antoja a mí, que deberíamos
cuidar mucho más nuestra despensa si no queremos que “se nos eche a perder”.
Cuidemos al campo y a los
artífices de que a nuestras mesas lleguen productos de calidad, los que se desviven por sacar a flote, su
cosecha. PRECIOS JUSTOS.
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