Durante los últimos años, este país ha estado formando a
jóvenes, dándoles un nivel extraordinario de conocimientos , llegando, muchos
de ellos, a realizar “másteres” por
Europa y con una cuantiosísima inversión monetaria (bien es cierto que mucha de
ella a costa de las maltrechas espaldas de padres), y todo ello en aras de conseguir que nuestros futuros (el
orden no indica prelación alguna) médicos, arquitectos, abogados, psicólogos,
investigadores, informáticos, traductores, empresarios… fueran unos “fuera de
serie”.
Bien, objetivo conseguido, ya los tenemos formados y
listos para hacerse cargo de mayores empresas, pero… ¡qué lástima! Ya no hay empresas que necesiten de sus
servicios, ya no son necesarios tantos “titulados”, ya se necesita más de la
llamada “mano de obra” generalizada, que de la cualificada.
Frente a esta situación surge de nuevo con fuerza, la
temida (en otro tiempo) palabra, surge salir de este país que los vio nacer,
crecer, formarse…surge” expatriarse.”
Miles de esos jóvenes cualificadísimos, preparadísimos,
han de abandonar aquello que más aman, en busca de un futuro que les permita
realizarse plenamente como personas, en busca de un trabajo que les dignifique
su personalidad.
Dos veces ¡lástima!, una por
no haberlos podido integrar en su propia sociedad y otra porque todo aquello
que en ellos se depositó, ahora, lo pueden aprovechar otros países, otros
lugares que los recibirán y agradecerán
su dedicación y esfuerzo.
Lástima familiar y lástima
social.
Mi recuerdo
para todos y cada uno de los que, como mis dos hijos, han tenido la
necesidad de convertirse en expatriados. ¡Ojala, este país sepa avanzar y
recibiros con los brazos abiertos que os merecéis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario