Era el 9 de mayo del 21, cuando escribía “un día para
recordar”, que ya no había estado de alarma y en ese post, hacía consideraciones sobre si el virus estaba
o no estaba aún derrotado.
Un año ha pasado y no estamos aún en posición de poder
alegrarnos por la derrota del Covid-19.
Ha pasado el
tiempo y es verdad que ya hay más vacunados que cuando apareció la
pandemia, que tantos y a tantos ha dejado en el camino; y que la situación en
los hospitales está más controlada y que la virulencia de los primeros ataques
ya no parece ser la misma, pero, aun siendo cierto todas estas afirmaciones, hay datos que nos preocupan, más ahora,
que de nuevo se ve un gran repunte de contagios y como al principio ocurría, más
en los mayores de 60 años, a pesar de
las múltiples precauciones que este colectivo ha tomado. Cifras que todavía
hablan de muchos muertos.
Pero, con la
guerra de Rusia y Ucrania, las portadas de todos los periódicos han obviado
el Covid para resaltar y destacar el clima bélico que tantos muertos
también provoca y tan preocupados nos
tiene a todos los europeos.
Sea como sea, esta
nueva enfermedad que ha llegado para fijar su residencia entre nosotros, nos va poco a poco acostumbrando a su
presencia y a que sus “victimas”, nos parezcan algo casi natural a nuestra
existencia.
De moda, se puso la palabra “gripalizar” al covid, es decir, acostumbrarnos a él como si una
gripe anual fuese y de la que cada año
habrá que vacunarse para sufrirla con la menor intensidad posible y que no
llegue a dejarnos imposibilitados por unos días.
Por ello, vendría bien volver a recordar que, LA MASCARILLA protege a los que la
llevan y ayuda a frenar la expansión vírica, a pesar de que “legalmente” no haya que llevarla en los
espacios cerrados, pero si hay aglomeración de personas, debemos pensar en
ello. Volver a recordar aquello que
pareció darnos resultado, la regla de
las 3 M….metros (distancia), manos (limpieza con hidrogel) y mascarilla…
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