Un nuevo curso académico está a punto de acabar, comienza
la temporada de vacaciones.
Durante los próximos dos meses, nos dedicaremos a distribuirnos
por los diferentes sitios que son considerados lugares vacacionales, bien en la
zona costera de playa o bien en lugares de montaña de nuestra península.
Durante los próximos dos meses (por turnos) tendrá lugar
el peregrinaje más extendido por todo el mundo, y millones de personas, cambiaremos el lugar
habitual de residencia por otro que consideramos más tranquilo y relajante y que
nos ayudará a olvidar la rutinaria forma de vida de los otros once meses del
año.
Y así es como pequeñas ciudades con apenas 10.000
habitantes, se convierten en grandes
receptoras, llegando incluso a multiplicar por 50 su población durante
los meses veraniegos.
Y entonces, es cuando nos damos cuenta de que dejan de
ser lugares de relax y de tranquilidad para convertirse en sitios de estrés y
calor agobiante, aunque nos vistamos con la ropa fresca del verano, y donde las
prisas cada mañana por coger el mejor lugar, acaba siendo la nota habitual durante los días que allí estemos.
En definitiva, durante las vacaciones deseamos salir del
bullicio y las prisas y la rutina y el estrés y resulta que nos apuntamos a un
lugar más estresante, bullicioso y rutinario, pero, al que vamos
voluntariamente, porque es tiempo de vacaciones y eso, eso es lo que hay que
hacer.
¡Feliz verano!
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