Vivir la siguiente situación, no
es muy agradable en una ciudad que no tiene playa, pues es ciudad de interior. Es
un ejemplo, que sirve seguramente para otras ciudades no costeras.
En casi todas se ha puesto
de moda, en un determinado sitio, una
especie de circuitos donde las personas, de todas las edades, van a hacer algo
de “deporte simple”, es decir, a andar.
Hasta aquí, la lógica nos dice
que eso es bueno para todos, la realización de
ejercicio físico moderado y más aún a determinadas edades, (sin control médico
alguno, por cierto, de eso hablaré en otro post) y es aquí donde empiezo a
preguntarme si no nos estaremos pasando de la raya con eso de libertad de
expresión y tolerancia y empezamos a ver los caraduras que hay por la ciudad.
Se preguntarán que a qué viene
esa observación y lógicamente, voy a intentar aclararlo.
¿Ven ustedes “normal y lógico” que
en ese espacio, que transcurre casi por el centro de las ciudades, por ser
circuitos urbanos, haya quien, arrojándose el derecho de su libertad y de que
hay que ser tolerantes, se pasee solo con un pequeño pantalón de deporte y
zapatillas y sin ningún otro atuendo, dejando al aire y a la visión general de
mujeres, hombres, niños y niñas, su torso, sin camiseta , sin el más mínimo
respeto a la intimidad y a las normas más básicas que el decoro ciudadano exige?.
Yo no. No estamos en un paseo marítimo
de una ciudad costera (aun así habría
mucho que hablar) sino en pleno centro de una ciudad y por donde trascurre el ir y venir de las
rutinas propias de ella. No es el sitio apropiado para lucir barrigas y pechos.
O empezamos a poner límites a
determinadas actitudes o pronto, irán algunos por la calle como decían que iban
Adán y Eva por el paraíso, y ya será tarde.
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