Los grandes partidos, que hasta ahora eran dos
principalmente, han resultado perdedores, por mucho que se empeñen en decirnos
lo contrario y buscar fórmulas para
salir airosos de la debacle.
Han perdido, como diríamos en Andalucía, “una milloná de
votos”. Y eso se debe en gran medida al hartazgo que tiene esta sociedad de oír
y ver las continuas disputas absurdas que se tienen sobre un determinado tema, (que
también suele ser absurdo), y el enzarzarse en discusiones banales que a nada
conducen sino más bien a que como resultado de ellas, ocurra lo que en estas
elecciones se ha visto.
Un gran giro social hacia aquellos grupos o partidos políticos
más radicales, tanto con postulados de izquierdas, como de derechas.
¿Qué está pasando en nuestra sociedad? Lo dicho, el principal problema es que no se
ponen de acuerdo los dos grandes grupos políticos, en absolutamente nada (aunque
quizás en sus sueldos sí) ni siquiera en los actuales momentos en los que más
que nunca, por las circunstancias que estamos atravesando de paro y angustia
vital de muchas familias, sería necesario que lo hicieran.
En este “ambiente” es normal que aparezcan los grupos más radicales,
ofertando “sueños” y como decía el refrán, “se lleven el gato al agua”.
Aunque estemos a un año vista de unas nuevas elecciones, harían
bien los dirigentes de los grandes partidos, en ir tomando nota, pero una nota:
seria, reposada, meditada y real sin búsqueda de salidas airosas de sus
partidos, sino de buscar la solución a
esta crisis social, económica e incluso moral, que parece haberse instalado en
ellos. Es hora de dejar los “palcos” y bajar al ruedo.
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